Danos tu Espíritu
Danos tu Espíritu, Señor de la Vida
El
Espíritu
que
nos llena el corazón
para
seguir tus pasos
y
vivir el evangelio.
El
Espíritu que guió tu camino,
llenando
la vida de María,
tu
madre y madre nuestra.
El
Espíritu que acompañó
tu
crecimiento
en
estatura, gracia y sabiduría,
en
los años sencillos de Nazaret.
El
Espíritu que te orientó
hacia
el desierto
para
meditar el llamado
y
salir a la predicación.
El
Espíritu que te daba fuerzas,
aliento
y ánimo
para
anunciar el Reino
y
construirlo
con
gestos de vida solidaria.
El
Espíritu que te enseñó
a
descubrir a Dios
en
los pobres y sencillos,
y
alabar al Padre,
como
María en el Magnificat.
El
Espíritu que te alentó en tu hora
y
que pusiste en las manos del Padre,
como
signo definitivo de tu entrega.
Señor,
danos tu Espíritu.
Nos
has prometido un compañero,
un
guía, un defensor, un maestro.
Envía
tu Espíritu
a
nuestras comunidades.
Lo
esperamos con ansías,
queremos
llenarnos
de
su pasión por la Vida.
Renueva
nuestra esperanza,
ayúdanos
a caminar en los conflictos,
enséñanos
la fidelidad al Evangelio
en
estos tiempos difíciles.
Queremos
construir el Reino,
ofrecer
al mundo
los
frutos de tu presencia.
Dios
de la Vida,
danos
tu Espíritu,
para
que nos haga nuevos,
para
que nos impulse a la misión,
para
que seamos testigos,
hermanos
y mensajeros.
Para
que vivamos
en
el Espíritu de Jesús
y
él nos muestre
las
huellas del Reino
en la sociedad que vivimos.
Marcelo Murúa
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