Isabel Solà, una vida entregada a la misericordia con los más pobres
El pasado sábado, 3 de septiembre, fue asesinada en Haití la misionera de la congregación de Jesús-María Isabel Solà Matas, de 51 años. La Conferencia Española de Religiosas y Religiosos (CONFER) agradece a Dios el don de su vida, entregada a la misiericordia con los más pobres.
Isabel Solà, rjm, residía en Puerto Príncipe desde 2009, meses antes del terremoto que asoló la zona, tras pasar 18 años en Guinea Ecuatorial. Aunque llegó a Haití para impartir clases, después del seísmo fundó un centro para amputados. Además, contó su experiencia en un blog personal para dar a conocer al mundo el dolor de los haitianos más pobres.
Desde el centro del dolor, en julio de 2011 compartía su testimonio de entrega en una carta remitida a las Obras Pontificias Misionales que Anastasio Gil, director nacional de OMP España:
22 de Julio de 2011
"Cuando volé hacia Haití hace tres años, recuerdo el
desgarro que sentí por lo que deje en África, el vértigo del salto que me
tocaba dar hacia lo desconocido y a la vez recuerdo también la libertad que me
daba la decisión de dejarlo todo una vez más por ayudar a construir ese Reino
que siempre creí que Dios tiene pensado para nosotros.
Lo que no me podía ni imaginar cuando volaba hacia Haití
era todo lo que me esperaba en este pequeño y sufrido país. Y esas son las
sorpresas y lecciones que Dios nos tiene preparadas.
Para empezar no me podía imaginar lo que era realmente la
miseria de Puerto Príncipe, pero tampoco lo impotente que me iba a sentir en
medio de ella. De tal modo, que al final, para poder vivir allí, tuve que
comprender y aceptar que no estaba allí para salvar a nadie o para cambiar
nada. Y ni por asomo me podía imaginar que un terremoto me iba hacer bajar la
cabeza literal y espiritualmente hasta hacerme comprender profundamente que el
único que salva es Jesús. No me podía imaginar que me iba a tocar sobrevivir
una de las mayores catástrofes de la historia y que esto cambiaría radicalmente
mi concepción de la vida, del sufrimiento, de la muerte y de la fe.
Después de vivir algo así, he experimentado cada día como
un regalo de Dios y que no merecemos nada, todo es don, tanto lo que
consideramos bueno como lo malo: que el sufrimiento no es algo malo que nos
ocurre sino una lección que no hay que saltarse porque nos hace más humanos y
menos ambiciosos. Tras el terremoto, la tentación del desaliento y de la queja
a Dios era enorme. Estuve muy triste, desanimada, chocada y rebelde. Me reprochaba
a mí misma haber salido con vida y como muchos, me preguntaba por qué Dios
permitía algo así en un pueblo tan castigado a lo largo de la historia. Pero el
pueblo haitiano nunca tuvo esa reacción: Rezar, aceptar, cantar y pedir
fortaleza. Esa ha sido su reacción. En lugar de quejarse y rebelarse, han
pedido coraje y fuerza para llevar el sufrimiento. Tanto sufrimiento ha hecho
de ellos un pueblo tremendamente humano, humilde y valiente. Entre los
escombros volvían a plantar sus sombrillas para seguir vendiendo y ganarse la
vida. La vida continúa y Dios está con nosotros. Esa era su única certeza.
Mientras yo me lamentaba, ellos seguían caminando. Los escuche cantar con
lagrimas "Gracias, Señor!" y eso desmonto todos mis esquemas, aun sin
acabarlo de entender. No sé por qué, pero aunque mi cabeza no lo entiende, mi
corazón, sí.
Mi vida religiosa la siento, ahora más que nunca, como un
regalo que no merezco, así como la vida que Dios me ha querido guardar,
entiendo que mi misión en esta vida no es hacer y hacer, sino de ser y
ser…porque por muchos proyectos, trabajos, planes que esté llevando adelante,
al final lo más importante es lo que somos y no lo que hacemos. No creo que
Dios me haya mantenido con vida solo para hacer algo… porque yo no puedo salvar
nada ni a nadie pero puedo ser una hermana para mis hermanos. Y es lo único que
ahora me importa.
Tengo la curiosa experiencia de que me falta todo y me
sobra todo. Si entendéis eso, quizás es porque también, alguna vez, os paso un
terremoto por encima que os aplastó, os derrumbó, os machacó, os hirió, os
amputó … pero no acabó con lo más importante, que es las ganas de vivir, de
creer y quizás de servir. No deseo el sufrimiento a nadie, por supuesto, pero
como este es inevitable, lo que quisiera es que aprendiéramos las lecciones que
este nos da de humanidad, humildad y simplicidad que es lo que verdaderamente
necesitamos para ser felices.
Pensareis que como puedo seguir viviendo en Haití, entre
tanta pobreza y miseria, entre terremotos, huracanes, inundaciones y cólera...
Lo único que podría decir es que Haití es ahora el único lugar donde puedo
estar y curar mi corazón. Haití es mi casa, mi familia, mi trabajo, mi
sufrimiento y mi alegría, y mi lugar de encuentro con Dios.
Y si no… venid y lo veréis.
Aprovecho también para agradecer de corazón lo que desde
España habéis hecho y recogido para ayudar a Haití, soy testigo de vuestra
inmensa solidaridad y apoyo en los momentos más duros que hemos vivido. De
corazón, y en nombre de todos los haitianos, gracias.
Isa Solà, RJM
Religiosa de Jesús–María
Puerto Príncipe, HAITÍ
VIDEO realizado por Isa Solà, con fotos tomadas por ella en Haití y música compuesta por ella también
Comentarios
Publicar un comentario