Santa María Magdalena
Al ser liberada de siete demonios, María
Magdalena vivió en carne propia el milagro de sanación que ofrecía Jesús a los
que tenían fe. Este milagro la transformó de tal manera que la convirtió en la
testigo que lo acompañó hasta después de la muerte. María Magdalena en la
Biblia es el ejemplo del poder de conversión del corazón humano.
El amor de María Magdalena no
muere bajo la cruz. Jesús le había devuelto la vida en plenitud y desde
aquel momento ella había vivido para él. Tras la hora
trágica del viernes santo, María Magdalena permanece fiel a aquella entrega
absoluto, obstinadamente consagrada a la búsqueda de aquel a
quien ama. Nada puede apartarla de su objetivo: ni siquiera
el descubrimiento de la tumba vacía.
Esta mujer es figura de la Iglesia –esposa
y de toda persona que busca a Cristo y no tiene otra cosa para ofrecer
que las lágrimas del amor.
El Señor se deja encontrar por quien le busca de este modo. Resucitado, vivo, se acerca a quien sabe permanecer en la soledad junto al misterio incomprensible. También nosotros, como María Magdalena exultaremos de alegría ante su presencia, que nunca es asible, sino poseída o prevista. Sólo quien ha conocido la larga noche de la espera y del deseo puede convertirse en testigo creíble entre los humanos de una fe que no es vana.
(fuente: las fiestas de Santos)
El Señor se deja encontrar por quien le busca de este modo. Resucitado, vivo, se acerca a quien sabe permanecer en la soledad junto al misterio incomprensible. También nosotros, como María Magdalena exultaremos de alegría ante su presencia, que nunca es asible, sino poseída o prevista. Sólo quien ha conocido la larga noche de la espera y del deseo puede convertirse en testigo creíble entre los humanos de una fe que no es vana.
(fuente: las fiestas de Santos)
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