Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones




Este jueves 7 de Mayo celebraremos la Jornada mundial de oración por las vocaciones y Jornada de vocaciones nativas, uniéndonos todos a una sola voz para pedir a nuestro Padre por todas las vocaciones en el mundo, tantos jóvenes que sienten la llamada a una vida entregada al servicio del Reino de Dios en los distintos ámbitos de nuestra Iglesia. El lema escogido para esta ocasión es: “Empujados por el Espíritu: «Aquí estoy, envíame»”.

Con motivo de esta celebración el Papa Francisco nos escribe:

"Queridos hermanos y hermanas: En los años anteriores, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre dos aspectos de la vocación cristiana: la invitación a «salir de sí mismo», para escuchar la voz del Señor, y la importancia de la comunidad eclesial como lugar privilegiado en el que la llamada de Dios nace, se alimenta y se manifiesta. 

Ahora, con ocasión de la LIV Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera centrarme en la dimensión misionera de la llamada cristiana. Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí.

Aunque experimentemos en nosotros muchas fragilidades y tal vez podamos sentirnos desanimados, debemos alzar la cabeza a Dios, sin dejarnos aplastar por la sensación de incapacidad o ceder al pesimismo, que nos convierte en espectadores pasivos de una vida cansada y rutinaria. No hay lugar para el temor: es Dios mismo el que viene a purificar nuestros «labios impuros», haciéndonos idóneos para la misión: «Ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame”» (Is 6, 7-8). Todo discípulo misionero siente en su corazón esta voz divina que lo invita a «pasar» en medio de la gente, como Jesús, «curando y haciendo el bien» a todos (cf. Hch 10, 38). En efecto, como ya he recordado en otras ocasiones, todo cristiano, en virtud de su Bautismo, es un «cristóforo», es decir, «portador de Cristo» para los hermanos (cf. Catequesis, 30 enero 2016). Esto vale especialmente para los que han sido llamados a una vida de especial consagración y también para los sacerdotes, que con generosidad han respondido «aquí estoy, mándame»."


Como comunidad misionera y orante nos unimos a las palabras del Papa y oramos para que el Señor nos acompañe en nuestro caminar, que envíe vocaciones a nuestra Iglesia según sea su voluntad y nos de a nosotros la capacidad de ser luz y testimonio para tantos hermanos a nuestro alrededor. 





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