Instrumento de tu paz
Tenía razón el P. Etienne de París cuando encontraba en esta
oración anónima cierta concordancia con el espíritu y el estilo franciscano.
Para comprobarlo es suficiente leer, por ejemplo, la Admonición 28 de San
Francisco, escrita a modo de estribillo:
Donde hay amor y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia.
Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni turbación.
Donde hay pobreza con alegría, allí no hay ambición ni avaricia.
Donde hay quietud y meditación, allí no hay preocupación ni disipación.
Donde está el temor de Dios guardando la casa, allí el enemigo no puede
encontrar la puerta de entrada.
Donde hay misericordia y
discreción, allí no hay soberbia ni dureza.
O, mejor aún, los siguientes "Dichos" del beato
Gil de Asís, tercer compañero del santo:
Dichoso el que ama y no desea, en cambio, ser amado.
Dichoso el que teme y no desea, en cambio, ser temido.
Dichoso el que sirve, y no desea ser servido.
Dichoso el que se comporta bien con los demás,
y no desea que los demás se comporten bien con él.
Pero estas cosas son grandes, y los necios no logran entenderlas.
Esto es lo que hace que la oración sea considerada por
muchos franciscana, y aunque sea un error atribuirla a San Francisco de Asís,
seguramente a él no le hubiese importado firmarla.
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