Los discípulos de Emaús
Dos discípulos de Jesús se alejan de Jerusalén
abandonando el grupo de seguidores que se ha ido formando en torno a él. Muerto
Jesús, el grupo se va deshaciendo. Sin él, no tiene sentido seguir reunidos. El
sueño se ha desvanecido. Al morir Jesús, muere también la esperanza que había
despertado en sus corazones. ¿No está sucediendo algo de esto en nuestras
comunidades? ¿No estamos dejando morir la fe en Jesús?
Sin embargo, estos discípulos siguen hablando de
Jesús. No lo pueden olvidar. Comentan lo sucedido. Tratan de buscarle algún
sentido a lo que han vivido junto a él. «Mientras conversan, Jesús se acerca y
se pone a caminar con ellos». Es el primer gesto del Resucitado.
Jesús se acerca cuando los discípulos lo
recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio,
donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y
su proyecto. ¿No está Jesús tan ausente entre nosotros porque hablamos poco de
él?
Los discípulos le hablan de sus expectativas y
decepciones; Jesús les ayuda a ahondar en la identidad del Mesías crucificado.
El corazón de los discípulos comienza a arder; sienten necesidad de que aquel
"desconocido" se quede con ellos. Al celebrar la cena eucarística, se
les abren los ojos y lo reconocen: ¡Jesús está con ellos!
Los cristianos hemos de recordar más a Jesús:
citar sus palabras, comentar su estilo de vida, ahondar en su proyecto. Hemos
de abrir más los ojos de nuestra fe y descubrirlo lleno de vida en nuestras
eucaristías. Nadie ha de estar más presente. Jesús camina junto a nosotros.
(José A. Pagola en "Fe adulta")
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