BEATIFICACIÓN EN TARRAGONA
Los mártires dieron su vida por amor a
Cristo y murieron perdonando a sus perseguidores.
522 mártires del siglos xx en España serán beatificados en Tarragona el domingo 13 del próximo mes de octubre. Entre ellos, tres hermanas nuestras: Asumpta, Isabel y Gertrudis.
Será presidida por el Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y representante del Papa Francisco para esta Beatificación.
522 mártires del siglos xx en España serán beatificados en Tarragona el domingo 13 del próximo mes de octubre. Entre ellos, tres hermanas nuestras: Asumpta, Isabel y Gertrudis.
Será presidida por el Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y representante del Papa Francisco para esta Beatificación.
Hna Asumpta González Trujillano
Nació en Barco de Avila, el 19 de junio de 1881. Inició el
noviciado en la casa General del Instituto el 18 de febrero de
1903. Como era costumbre de la
Congregación cambiar el nombre del
bautismo por el que era dado en religión Juliana recibió el nombre de
Asumpta. Hizo sus votos temporales el año 1905, los perpetuos en 1910 y fue
destinada a la
Casa Madre.
Era una mujer muy fina, educada, de gran
fe y piedad, humilde, sencilla, prudente, cumplidora del deber con gran
capacidad de sacrificio.Muy ejemplar, se preocupaba mucho por cumplir los
encargos que le hacían las madres, siempre estaba a punto de resolver casos
difíciles, tal como buscar empleo para las huérfanas de los carabineros cuando
salían del internado.
Sufrió glorioso martirio en el mes de
noviembre 1936.
Ella se había ofrecido a ponerlos a salvo
las dotes de las religiosas y algunos documentos de la congregación que
eran considerados como un depósito sagrado.
Dos milicianos le echaron la mano y
condujeron a la checa de fomento. Durante el tiempo que estuvo en la checa,
manifestó su amor a Dios en su oración y en su resignación.
Cuando quería matarla ella decía: “Dios
mío no tengo pena que me maten, tengo pena de que roben a mi
congregación, porque le habían dado dinero para un encargo.”
Desapareció en Madrid el día 28 de
octubre de 1936 y fue confirmada como mártir el día 2 de marzo de 2002.
Nació en la
Coruña el 17 de junio de 1876.
Vistió el hábito del noviciado el 19 de noviembre de 1905, hizo la primera profesión el 12 de diciembre de 1907 y profesó de votos
perpetuos el 15 de diciembre de 1912 en la Casa Madre.
Fue persona de carácter, de constancia, de
energía y decidida. Rezaba muy a menudo el rosario, era muy fervorosa.
En los primeros días de
Agosto de 1936 tiene que salir del hospital de la V.OT donde estaba ingresada, refugiándose en un
piso que los Superiores habían dispuesto en la calle Arenal. Permanece allí
algún tiempo, pero los registros se suceden y creyendo estar mejor defendida en
el hospital se encamina hacia él; los revolucionarios la reconocen, y la detienen;
según unos muere apedreada, aunque hay quien afirma que su cuerpo fue
brutalmente destrozado atado parte a un camión y parte a otro. Su martirio debió acaecer el 6 de agosto de
1936.
Nació el 6 de
Febrero de 1870 en Cerezales del Condado (León).
Vistió el hábito el 10 de
Febrero de 1896. Emitió sus únicos votos como religiosa donada en el
mismo año.
Amaba mucho a la congregación y por sus
buenas cualidades y virtudes: servicial, humilde sencilla, amable, caritativa,
fervorosa, reservada, ejemplar y fidelísima en sus obligaciones, era de toda
confianza de los superiores. En su larga vida religiosa no dio
nunca muestra de cansancio, dispuesta siempre a prestar servicio. Pasó la mayor
parte de su vida en la
Casa Madre. Uno de los cometidos
que tenía en la comunidad era el de salir a hacer recados.
Durante la revolución en Madrid del año
1936, se refugió con nuestras hermanas de Vallecas en un piso de la calle
del Almirante. La presencia de tantas religiosas provoca protestas y
amenazas furiosas de los vecinos de denunciarlas. Por eso, se marchó
refugiándose entonces en la casa de una conocida en la calle Diego de León.
En este escondite, estuvo solamente tres
días. Los milicianos fueron y dijeron a la señora: "la monja que usted
tiene en su casa que venga con nosotros". "La señora le dijo no la
tengo" y ellos contestaron "si no la tiene venga usted con nosotros".
Al oír esto la hermana Gertrudis se entregó libremente
diciendo “aquí estoy soy yo”. La llevaron junto con otras personas en
un coche una de las cuales era un sacerdote; después los ataron a una
camioneta arrastrándoles hasta el pueblo de Hortaleza. Allí ya muertos y
completamente destrozados y pisoteados los enterraron en el cementerio del
mismo pueblo. Todo eso ocurrió el 13 de agosto de 1936.
Nuestras hermanas solo habían elegido
seguir al Señor como religiosas pero el Señor les pidió una entrega heroica.
Sus testimonios sigue siendo
para nosotras, hoy una interpelación y una propuesta de seguimiento.
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